samedi, juillet 22, 2006

Le mari de la coiffeuse

Hace unos días, mirando una película francesa (Le mari de la coiffeuse) me puse a reflexionar acerca del poder que el amor tiene para influir en nuestras vidas, al grado de depender de una persona para querer seguir viviendo.
La trama de la película gira en torno a Antoine, un hombre mayor, quien de niño se enamora de una peluquera y su objetivo en la vida es casarse con una cuando crezca. Los años pasan, y cierto día, Antoine pasa por una peluquería en la cual trabaja Mathilde, una joven muy hermosa de la cual se enamora en cuanto la ve.
Antoine entra como un cliente más y Mathilde le lava, corta y perfuma el cabello, cuando está en la puerta, a punto de salir, Antoine propone matrimonio a Mathilde, la cual piensa que es una broma de mal gusto. Antoine se aleja, pero cada día, a escondidas, mira trabajar a Mathilde, esperando a que pase una semana para volver a cortarse el cabello.
Por fin se cumple el plazo y Antoine regresa a la peluquería, Mathilde lo atiende como siempre, pero esta vez cuando Antoine va a salir del local, Mathilde le dice que acepta su propuesta de matrimonio.
La boda se realiza y ambos se juran amor eterno. Antoine (quien al parecer nunca trabaja, o al menos no se ve en la película) la acompaña todo el tiempo mientras ella trabaja y cuando cierra la peluquería se entregan a su pasión (siendo película francesa cada que tienen oportunidad).
Los días pasan llenos de felicidad y amor, hasta que después de una discusión, hablan y arreglan sus diferencias (con una sesión de pasión desenfrenada, como acostumbraban).
Mathilde sabe que Antoine es mayor y que seguramente morirá antes que ella. Para Mathilde el amor de Antoine es todo lo que tiene y lo ama a tal grado que prefiere suicidarse antes de tener que soportar la vida sin ver a Antoine (cuando fallezca).
Una noche de tormenta, Mathilde siente una terrible angustia y va al muelle, horas después la guardia descubre su cuerpo sin vida y lo saca del mar... Antoine sigue esperando a Mathilde, sentado en el sofá, atendiendo a los clientes... enloqueciendo.
Sí amigos, lamentablemente hay amores que nos enloquecen, otros que nos hacen volar, algunos que nos sumen en la depresión y otros más que nos brindan calma y tranquilidad, como un navío llegado a buen puerto.
Y a ustedes les ha pasado algo parecido a lo que le pasó a Mathilde????
a mí no... hasta ahora

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